El fútbol, ese hermoso deporte donde la gloria se mide en goles y los estrategas caminan sobre el filo de la navaja. Recientemente, el AC Milan salió victorioso de su encuentro contra el Lecce con un 2-0 que, si bien suena contundente, fue precedido por una tensión palpable y un par de goles anulados que mantuvieron a todos al borde del asiento. Al centro de este drama, como siempre, el pragmático y a veces enigmático entrenador Massimiliano Allegri, quien, fiel a su estilo, desgranó la realidad del campo con una mezcla de análisis técnico y una franqueza desarmante.
La Victoria en Lecce: Más Allá del Marcador
La importancia de los tres puntos en el Via del Mare no era menor. No solo significaba escalar posiciones en la tabla de la Serie A, sino también borrar el amargo sabor de la derrota previa ante el Cremonese. Allegri, con su habitual intensidad, se retiró rápidamente por el túnel tras el pitido final, dejando entrever la presión interna que maneja. “Era vital ganar, siempre es difícil jugar en Lecce,” afirmó el técnico, reconociendo que, aunque el equipo arriesgó en algunas situaciones defensivas, la victoria fue un bálsamo necesario.
La clave, según Allegri, residió en la humildad, el respeto y la paciencia. Tres virtudes que a menudo se subestiman en un deporte de velocidad y grandilocuencia, pero que son el cimiento de cualquier éxito duradero. Los goles de Ruben Loftus-Cheek y Christian Pulisic sellaron el resultado, pero la mentalidad fue el verdadero motor.
El Rompecabezas Táctico: Un 3-5-2 con Aires de 3-6-1
Una de las revelaciones más significativas de Allegri fue el cambio en su sistema táctico. Abandonando temporalmente formaciones más ofensivas, el Milan salió al campo con un 3-5-2 que, en la práctica, se inclinó más hacia un 3-6-1, con Alexis Saelemaekers incrustándose más profundo para proteger a Pervis Estupiñán. ¿La razón? Simple, pero profunda: equilibrio y cobertura del campo.
“En lugar de dos delanteros, preferí un cuerpo extra en el mediocampo. De esta manera, tenemos más equilibrio y, sobre todo, cubrimos mejor el campo. Debemos intentar encontrar confianza, y solo lo lograremos si mantenemos una serie de porterías a cero,” explicó Allegri.
Esta declaración encapsula la filosofía de Allegri: la defensa como punto de partida. En un fútbol donde la posesión y el ataque total a menudo se glorifican, él sigue priorizando la solidez. Es un enfoque que, aunque a veces criticado por su “conservadurismo”, ha demostrado ser efectivo para construir equipos ganadores, especialmente en una liga tan tácticamente exigente como la Serie A.
Nkunku: El Fichaje Estrella sin Puesto Fijo (Por Ahora)
El mercado de fichajes siempre tiene su propia banda sonora, y en esta ocasión, el eco del fichaje de Christopher Nkunku por parte del Milan, proveniente del Chelsea por 37 millones de euros más 5 millones en bonus, fue uno de los acordes principales. Lo irónico, y lo que demuestra la honestidad brutal de Allegri, es su admisión pública:
“No sé cómo puedo usar a Nkunku, pero ciertamente tiene mucha calidad. Tenemos jugadores en ataque con calidad, lo importante es encontrar el equilibrio en el equipo.”
Imaginen la escena: un jugador de talla mundial, con un precio considerable, llega al club y el entrenador, con una sonrisa que apenas disimula una mueca, dice que aún no sabe dónde encajarlo. Es una declaración que, lejos de ser un desaire, subraya la primacía del colectivo y el sistema sobre las individualidades, por muy brillantes que sean. Nkunku, con su versatilidad, es un diamante, pero Allegri es un orfebre que se toma su tiempo para encontrar el engaste perfecto, no sea que el brillo del diamante deslumbre al conjunto.
La Gran Distracción: El Mercado de Fichajes y la “Táctica del Avestruz” de Allegri
Mientras el balón rodaba en Lecce, el “calciomercato” burbujeaba con rumores. Santiago Gimenez y Yunus Musah, ambos titulares, estaban en el ojo del huracán de posibles traspasos. Gimenez sonaba para la Roma en un intercambio con Artem Dovbyk, y Musah tenía un acuerdo con el Atalanta. Ante esta situación, Allegri adoptó una postura que podríamos llamar la “táctica del avestruz”, pero con un propósito claro y admirable:
“No hablé de los temas de Gimenez o Musah, porque teníamos un partido muy importante en el que concentrarnos. No quiero saber nada del mercado de fichajes en esa situación, ya causó problemas la semana pasada, así que era lo mejor para el equipo concentrarse en el juego,” insistió el técnico.
Esta negación consciente de las distracciones externas es un testimonio de la mentalidad de Allegri. Para él, el campo es sagrado. Las negociaciones, las cifras y los vaivenes de la oficina son asuntos del club, no del vestuario. Es un enfoque que protege la concentración de sus jugadores y refuerza la idea de que, mientras vistan la camiseta del Milan, su única preocupación debe ser el siguiente partido. Es una forma de liderazgo que separa la paja del grano, garantizando que la brújula del equipo siempre apunte hacia el rendimiento inmediato.
El Milan: Un Proyecto en Constante Evolución
El AC Milan, bajo la batuta de Allegri, es un equipo en construcción. La victoria contra el Lecce es un ladrillo más en esta edificación, pero los cimientos aún se están asentando. La búsqueda de equilibrio, la gestión de nuevos talentos como Nkunku y la habilidad para abstraerse del torbellino del mercado de fichajes son desafíos constantes.
Allegri lo sabe. Su misión no es solo ganar partidos, sino forjar una identidad, una resiliencia. “El club tomará sus decisiones mañana de la mejor manera posible para asegurar que el Milan vuelva a ser competitivo,” concluyó, cediendo la responsabilidad del futuro a la directiva, mientras él se enfoca en el presente, en cada pase, en cada despeje, en cada gota de sudor sobre el césped. Porque al final, el fútbol es eso: la suma de pequeños detalles que, bajo la dirección adecuada, se transforman en una victoria, y quizás, en algo mucho más grande.
El Milan, con Allegri al mando, parece estar reencontrando su camino, un paso a la vez, con la mirada siempre fija en el equilibrio, la humildad y, por supuesto, la ineludible victoria.