La unión entre el Real Madrid y el Santiago Bernabéu es legendaria, un binomio que ha regalado momentos inolvidables en la historia del fútbol, especialmente en la Copa de Europa. El club blanco, ya de por sí inmenso, multiplica su grandeza cuando juega en su feudo, sobre todo en las grandes citas. La conexión entre afición y jugadores crea un estado de trance que afecta todo lo que ocurre en el campo, siendo los equipos rivales los primeros en sentirlo.
Estos “fenómenos” no son casualidad, sino una constante a lo largo de los más de 120 años de historia de la entidad. No existe una explicación puramente lógica para describir lo que sucede: algunos lo llaman miedo escénico, otros presión ambiental, y otros simplemente se rinden ante algo sobrenatural, un milagro. La Real Academia Española define milagro como “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a la intervención sobrenatural de origen divino” o también “suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”. Ambas definiciones encajan perfectamente con lo que se vive en el Bernabéu las noches en las que el Real Madrid necesita obrar una remontada o darle la vuelta a una situación muy adversa.
No hay imposibles
Si algo caracteriza al conjunto madridista es la ausencia de la palabra “imposible” en su vocabulario. Cuando aparece un desafío o una dificultad, por mayúscula que sea, el Real Madrid encuentra la forma de superarla en la mayoría de las ocasiones. En el Bernabéu ocurren cosas que parecen desafiar la lógica, hechos inverosímiles que rara vez se ven en otros estadios. Son noches especiales, marcadas por goles agónicos que culminan remontadas épicas y victorias en el último instante.
La génesis de estas remontadas comienza horas antes del pitido inicial. El ambiente en los alrededores del estadio es ensordecedor, una caldera de pasión, y el recibimiento al autobús del equipo es ya un primer golpe moral para el rival. En estas veladas, el Bernabéu se transforma en un auténtico manicomio, donde la locura y la intensidad se desatan por completo. Los jugadores del Madrid se nutren de la energía de una grada totalmente entregada, mientras que, al mismo tiempo, el equipo visitante empieza a verse superado, a dudar y a empequeñecerse. A partir de ese punto, no hay vuelta atrás: el Real Madrid entra en un estado de ebullición que arrolla al adversario.
Una constante repetida en el tiempo
La historia del Real Madrid está salpicada de remontadas épicas. Cuando el club blanco se ve con resultados en contra, lo que para otros sería una misión casi imposible, para el `Rey de Europa` es parte de su ADN. Los ejemplos a lo largo de la historia del club son innumerables. “Remontada” y “Real Madrid” se han convertido prácticamente en sinónimos.
La primera gran gesta de este tipo ocurrió en los octavos de final de la Copa de Europa de 1975 contra el Derby County. Tras un duro 4-1 en la ida en Inglaterra, el Madrid le dio la vuelta a la eliminatoria en el Bernabéu con un contundente 5-1, sellado por un gol de Santillana en la prórroga.
Una de las más espectaculares llegó nueve años después, en la Copa de la UEFA. El Anderlecht llegó al Bernabéu con una cómoda ventaja de 3-0 de la ida, pero el equipo blanco, con Butragueño brillando, les endosó un histórico 6-1. En esa misma edición, se produjo otra remontada para el recuerdo ante el Inter de Milán en semifinales. Después de un 2-0 en contra en Italia, Juanito inmortalizó una frase que es emblema del madridismo: “90 minuti en el Bernabéu son molto longo“. Y demostraron que lo eran: el Real Madrid ganó 3-0 en la vuelta.
La temporada siguiente, el equipo madrileño volvió a protagonizar otra noche mágica de remontada en la Copa de la UEFA, esta vez contra el Borussia Mönchengladbach. Un contundente 6-1 en contra en Alemania fue neutralizado por un 4-0 a favor en el Bernabéu.
Y llegamos a la época contemporánea, donde las remontadas han sido casi una constante. Destacan la del Wolfsburgo en 2016, con un hat-trick salvador de Cristiano Ronaldo; el inolvidable camino en la temporada 2021/2022 eliminando consecutivamente a PSG, Chelsea y Manchester City en eliminatorias que parecían perdidas; y la más reciente, en la semifinal de la Champions de la pasada campaña, con el 2-1 ante el Bayern de Múnich gracias a un doblete de Joselu en los minutos finales.