El fútbol italiano, una vez más, nos regaló un enfrentamiento que prometía chispas, y no defraudó. En el imponente escenario de San Siro, el AC Milan recibió al vigente campeón de la Serie A, el Napoli, en un duelo que no solo ponía en juego tres puntos, sino también el orgullo y la afirmación de ambiciones. Lo que se vio en el césped fue una lección de eficacia y determinación por parte de los Rossoneri, con un nombre resonando con fuerza: Christian Pulisic.
Desde el pitido inicial, el Milan mostró sus intenciones. No hubo tiempo para especulaciones ni para un estudio prolongado del rival. Apenas transcurrían los primeros minutos cuando el ataque milanista, afilado y vertical, encontró su recompensa. Fue Alexis Saelemaekers quien inauguró el marcador, culminando una jugada que ya llevaba el sello de un actor principal en esta obra: Christian Pulisic. El estadounidense, con una visión de juego envidiable, sirvió una asistencia precisa que dejó a su compañero en una posición inmejorable para batir al meta Alex Meret. Un golpe tempranero, sí, pero fruto de una estrategia clara.
Pero la tarde de Pulisic no se limitaría a ser un mero facilitador. Con el Napoli aún tambaleándose por el primer tanto, el Milan olió la sangre y redobló la apuesta. Un despliegue ofensivo, forjado en la banda izquierda por Strahinja Pavlović y con la participación crucial de Youssouf Fofana, encontró en Pulisic al ejecutor perfecto. Con la frialdad de un cirujano y la potencia de un delantero nato, el ex-Chelsea sentenció el segundo tanto. No era un gol cualquiera; significaba doblar la ventaja y, más importante aún, era su cuarto gol en la Serie A esta temporada y su tercer partido consecutivo viendo puerta. Una racha que grita «presente» y «atención» a todo el Calcio, dejando claro que este «Capitán América» tiene más trucos que un simple escudo.
Este resultado no es solo una victoria más en el calendario del Milan; es una declaración de intenciones. Los Rossoneri demostraron una cohesión táctica y una pegada que pocos pueden igualar en sus mejores días. Pulisic, con su gol y su asistencia, no solo fue el hombre del partido, sino que se está consolidando como una pieza irremplazable en el esquema de Stefano Pioli. Su capacidad para desequilibrar, su olfato goleador y su inteligencia en el campo son activos invaluables que están llevando al Milan a competir por los puestos más altos de la tabla.
Para el Napoli, en cambio, la derrota en San Siro es otro recordatorio de que la defensa del título de la Serie A no será un camino de rosas. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, la brecha con los líderes se ensancha, y la consistencia que los llevó a la gloria la temporada pasada parece ser un recuerdo lejano. Quizás es la hora de una seria introspección para los Partenopei, antes de que el trono se convierta en un asiento demasiado frío.
En resumen, la noche en San Siro fue una oda al buen fútbol por parte del AC Milan, y Christian Pulisic se enfundó la capa de héroe para guiar a su equipo a una victoria contundente. El mensaje es claro: el Milan está aquí, y Pulisic está listo para liderar la carga. El Calcio sigue siendo ese teatro donde las historias se escriben con pasión, técnica y, a veces, con un toque de genialidad inesperada.
Álvaro Montenegro 
Mateo Beltrán