Desde su adquisición por Qatar Sports Investments, una subsidiaria de la Autoridad de Inversión de Qatar, el fondo soberano del país, en 2011, el Paris Saint-Germain tuvo una reputación poco halagüeña en Europa. No hace mucho, el PSG era visto como una asamblea descuidada, sin rumbo y negligente de futbolistas sobrepagados y con precios inflados, cuya presencia en la Liga de Campeones estaba prácticamente garantizada dada su dominación en la Ligue 1.
En cuanto a sus logros en la principal competición de clubes de Europa, el PSG generalmente rendía por debajo de lo esperado e incluso se ganó una reputación de `pecho fríos` en los grandes partidos. La `Remontada` de 2017 contra el Barcelona y el colapso en la segunda mitad en el Santiago Bernabéu en 2022 fueron los principales ejemplos de esto último. Tales decepciones convirtieron al PSG en el hazmerreír de Europa. En 2023, el PSG destituyó a Christophe Galtier para nombrar a Luis Enrique, cuya primera decisión fue decirles a Neymar Jr. y Marco Verratti, dos referentes de la era QSI, que buscaran nuevos horizontes. Desde entonces, el PSG finalmente se convirtió en un equipo simpático en su camino a la final de la Liga de Campeones del sábado.
Luis Enrique, el entrenador enérgico con mano de hierro
A lo largo de los años, el PSG había nombrado entrenadores de alto nivel como Carlo Ancelotti, Thomas Tuchel o Mauricio Pochettino. Sin embargo, ninguno de ellos ha tenido un impacto mayor que el del exseleccionador español. Luis Enrique transformó un plantel con bajo rendimiento en una unidad cohesiva a tener en cuenta. El extécnico del Barcelona creó un equipo a su propia imagen: confiado en su fuerza, enérgico, disciplinado e inteligente.
El sentido de camaradería que Luis Enrique inculcó en el PSG es obvio al ver a los delanteros retroceder para ayudar a sus compañeros, algo que rara vez ocurría cuando Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé jugaban juntos. Luis Enrique también logró sacar lo mejor de jugadores en su mejor momento, como Gianluigi Donnarumma, Achraf Hakimi y, sobre todo, Ousmane Dembélé, cuya transición de extremo derecho impetuoso a delantero centro letal fue completamente inesperada.
El estilo de juego del español, sus resultados, su compromiso por aprender francés, su capacidad para reflexionar sobre sus propios errores pasados y la gracia con la que manejó una tragedia personal son dignos de respeto.
Una política deportiva coherente
Una de las muchas críticas dirigidas al PSG anterior a 2025 era la clara falta de coincidencia entre lo que el equipo necesitaba y los jugadores que el club fichaba. El ejemplo más claro de esto es la contratación del entonces agente libre Lionel Messi en 2021. El fichaje de la leyenda argentina no tenía absolutamente ningún sentido deportivo y su estancia de dos años puede considerarse un fracaso, tanto para él como para el PSG. Lo mismo podría decirse de Sergio Ramos.
Afortunadamente, se han aprendido lecciones. Bajo la dirección del director deportivo Luis Campos, el PSG pasó de la era del `bling-bling` a una política centrada en la juventud con énfasis en los jugadores franceses, cuya motivación para representar al mejor equipo del país no deja lugar a dudas. Tal revolución no estuvo exenta de fracasos. Hace dos años, el PSG fichó a Randal Kolo Muani por 90 millones de euros, a Manuel Ugarte por 60 millones de euros y atrajo a agentes libres como Milan Skriniar y Marco Asensio con altos salarios.
Las ventanas de transferencia posteriores mostraron la capacidad del PSG para recuperarse. Ficharon a João Neves del Benfica por 60 millones de euros, la mitad del precio de su cláusula de rescisión, y luego vendieron a Ugarte – cuya tendencia a cometer faltas y lentitud resultaron perjudiciales para Luis Enrique – por una cantidad similar. Neves resultó un éxito absoluto, al igual que Désiré Doué.
El PSG sigue siendo en gran medida un club de propiedad estatal con fondos casi ilimitados, pero al menos, ahora son vistos como operadores serios en el mercado. Es más, los campeones de la Ligue 1 no dudan en gastar mucho si una oportunidad de mercado se vuelve demasiado buena para ignorarla, como el extremo del Napoli Khvicha Kvaratskhelia.
Una nueva ética de trabajo
El extremo georgiano se adaptó perfectamente al equipo y encarna lo que el PSG representa ahora. Kvaratskhelia es a la vez una figura clásica – con sus medias bajas, su aspecto a lo George Best y su calidad de regate de élite – y un extremo moderno. El exjugador del Napoli es un jugador desinteresado e incansable, como demostró en su completa actuación contra el Arsenal en las semifinales de la Liga de Campeones. Kvaratskhelia asistió en el gol de Dembélé en el Emirates Stadium, recuperó más balones que cualquier otro jugador en el campo y ayudó a Nuno Mendes a anular a su oponente directo, Bukayo Saka.
La disposición de los jugadores del PSG a jugar juntos también es obvia cuando su tridente ofensivo permuta sus posiciones para ser aún menos predecibles. El capitán del Liverpool, Virgil van Dijk – posiblemente el mejor central del mundo – habló recientemente de lo impresionado que quedó por el estilo de juego de los parisinos y el esfuerzo que mostraron cuando los dos equipos se enfrentaron en la Liga de Campeones.
Hace un par de años, el PSG seguramente habría perdido en un partido de alto riesgo en un ambiente tan hostil como el de Anfield. Pero este PSG exuberante, incansable y joven es de otra pasta. Y la noche del sábado, podrían convertirse en el segundo equipo francés en ganar el mayor premio de todos, la Liga de Campeones. Y si no lo logran, seguirán teniendo algo que les faltaba cruelmente: simpatía y el respeto de sus colegas.