En el universo del fútbol moderno, donde las grandes corporaciones y los inversores distantes suelen ser la norma, la figura de un presidente que se sumerge en la pasión de su afición es un bien tan preciado como escaso. Sin embargo, en el RCD Espanyol, parece que un viento de cambio, cargado de autenticidad, ha comenzado a soplar desde lo más alto. El protagonista de esta transformación es Alan Pace, el nuevo propietario del club, quien con gestos sencillos, pero cargados de significado, está redefiniendo la conexión entre la cúpula y el latido del sentimiento perico.
Del Asfalto al Alma: Un Presidente en Taxi
Imaginemos la escena: un fin de semana de celebración, con el club conmemorando su 125 aniversario y el equipo logrando una victoria vital ante el Elche que lo posiciona, aunque sea momentáneamente, en la anhelada zona Champions. En medio de esta efervescencia, el propietario de la institución, Alan Pace, decide llegar al estadio. ¿En un coche de lujo? ¿Con una escolta imponente? Ni por asomo. El señor Pace optó por la forma más democrática y catalana de moverse: un taxi. Sin pompas ni boato, simplemente él, un aficionado más, dirigiéndose al epicentro de la pasión blanquiazul. Un gesto que, en su aparente trivialidad, es una declaración de principios: este presidente no quiere ver al Espanyol desde un palco de cristal, sino sentirlo desde el mismo asfalto que pisan sus seguidores.
El Ritmo de «Chipirón»: La Conexión Inesperada
Lo que ocurrió después es aún más revelador. En el ambiente festivo de la Fan Zone, rodeado de hinchas que celebraban con el fervor que caracteriza al perico, Pace no dudó en unirse a la fiesta. Y no de cualquier manera. Fue captado en vídeo, con una sonrisa sincera, bailando al ritmo de «¡Hey Chipirón!» de Bongo Botrako, la canción que se ha convertido en un himno oficioso de la alegría perica. Es difícil encontrar un directivo de su envergadura que se atreva a dejar a un lado el protocolo para sumergirse tan de lleno en la cultura popular de su club. Quizás la ironía resida en que, mientras algunos buscan estrategias de marketing multimillonarias para conectar con la afición, a veces basta con un taxi y unos pasos de baile para conquistar el corazón colectivo.
Mensajes que Calan Hondo: La Voz del Presidente
La autenticidad de Pace no se limita a sus apariciones públicas. También se extiende a sus redes sociales, donde compartió su alegría de manera directa y sin rodeos:
“¡Qué fin de semana tan increíble, Pericos! Estoy muy agradecido por vuestra cálida bienvenida y es un honor ser parte del 125 aniversario de este gran club. Victoria 1-0 contra el Elche CF que sirvió para arrancar la gran fiesta de celebración en la Fan Zone, que puso el punto final a una tarde maravillosa. ¡Sigamos avanzando, Mágico Espanyol!”
Este tipo de mensajes, que resuenan con la pasión y el lenguaje de la afición, son un bálsamo para un club que, en ocasiones, ha sentido una desconexión entre la directiva y la grada. Pace no solo ha comprado un club; parece que quiere ser parte de su historia, de su sentimiento, de su latido.
Malabarismo Gerencial: Un Ojo en Barcelona, Otro en Burnley
Claro está, Pace no es solo el presidente del Espanyol. También es la mente detrás del Burnley FC en Inglaterra, un club al que también felicitó por una victoria agónica. Este malabarismo de gestión, con equipos en ligas y culturas futbolísticas tan diferentes, demuestra una capacidad de liderazgo notable. Sin embargo, la forma en que ha elegido interactuar con la afición perica sugiere que el Espanyol no es solo una inversión más en su cartera. Es una experiencia emocional, una inmersión en una cultura que, de manera evidente, lo ha cautivado.
El Despertar de la Ilusión Perica
El Espanyol, en este punto de la temporada, no solo está sumando puntos en el campo, sino que está construyendo algo mucho más valioso: una renovada sensación de pertenencia y esperanza. La figura de Alan Pace, con su estilo cercano y su aparente alegría genuina, se ha convertido en un catalizador de esta ilusión. Es un recordatorio de que, más allá de las estrategias y los balances, el fútbol sigue siendo, en su esencia, una cuestión de pasión, comunidad y, a veces, un baile inesperado al ritmo de un «¡Hey Chipirón!» Si este es el inicio de una nueva era, el futuro del sentimiento perico promete ser, cuanto menos, vibrante y cercano.
Álvaro Montenegro 
Mateo Beltrán