La historia del fútbol italiano a menudo se ha escrito con tinta de acero defensivo, el famoso Catenaccio que cimentó glorias. Sin embargo, la reciente victoria de la selección nacional, dirigida por Gennaro Gattuso, frente a Israel en las clasificatorias mundialistas, nos ha ofrecido una versión radicalmente distinta: un frenético 5-4 que, aunque emocionante, ha dejado a propios y extraños con más preguntas que respuestas sobre la solidez de la `Azzurra`.
Cuando el Ataque Deslumbra y la Defensa Preocupa
El partido fue, sin tapujos, una montaña rusa de emociones. Los aficionados que esperaban una tarde tranquila de control italiano se encontraron, en cambio, con un festín de goles que se acercó peligrosamente a la anarquía. Israel, lejos de ser un rival que amedrenta en el papel, logró poner en jaque a la retaguardia italiana en múltiples ocasiones, anotando no una, sino cuatro veces. ¿Cinco goles a favor en un partido crucial? Una proeza. ¿Cuatro goles encajados? Una señal de alarma que ni el más optimista de los tifosi puede ignorar.
El marcador final de 5-4 no solo narra un resultado, sino una narrativa de persistencia y, quizás, una preocupante fragilidad. La escuadra de Gattuso se vio en desventaja en dos ocasiones, mostrando una capacidad de reacción encomiable, pero también la necesidad de un esfuerzo doble para corregir los errores propios. Moise Kean, con una actuación estelar que incluyó un doblete, fue el faro en la ofensiva, demostrando su capacidad para desequilibrar y finalizar jugadas. Politano y Raspadori también se sumaron a la fiesta goleadora, cada uno aportando su grano de arena en la remontada.
La “Locura” de Gattuso y el Debate Defensivo
El propio Gennaro Gattuso, conocido por su carácter combativo en el campo y su franqueza como entrenador, no dudó en calificar el desempeño de su equipo como “demasiado frágil” y admitió: “Podría haberme muerto”. Con el ceño fruncido, reconoció el “corazón” de sus jugadores, pero enfatizó que “no podemos cometer tales errores”. Es el tipo de declaración que se esperaría de un técnico forjado en la tradición italiana, donde un 1-0 es una obra maestra y un 5-4 es una obra de arte… moderna, quizás, pero con demasiados agujeros.
La ironía no se escapa a nadie. La patria de defensores legendarios como Baresi, Maldini o Cannavaro, y de un sistema táctico que prioriza la seguridad, ahora se encuentra en un predicamento donde el balance entre ataque y defensa parece haberse desvanecido. En dos partidos, la selección ha encajado diez goles, una estadística que dista mucho de ser el sello de garantía al que nos tenían acostumbrados. Si bien el fútbol moderno demanda una mayor vocación ofensiva, la base de un equipo campeón siempre ha residido en una retaguardia sólida. La pregunta es obvia: ¿Dónde quedó el Catenaccio?
Un Final de Infarto y la Mirada al Futuro
La tensión se mantuvo hasta el último suspiro. Después de ir 4-2 arriba, la defensa volvió a ceder, permitiendo que Israel igualara el marcador 4-4 en los minutos finales. Fue un golpe duro, un recordatorio de que la concentración debe ser inquebrantable durante los 90 minutos. Pero, como en las mejores películas de suspense, el héroe inesperado surgió. Sandro Tonali, con un “gol milagroso” en el minuto 91, desató la euforia y aseguró una victoria agónica, vital para las aspiraciones mundialistas. Un suspiro de alivio, pero también la certeza de que hay mucho trabajo por delante.
Este resultado, más allá de los puntos sumados, sirve como un espejo para la selección italiana. Refleja un potencial ofensivo innegable, con talentos jóvenes y experimentados capaces de generar peligro. Sin embargo, también expone una vulnerabilidad defensiva que, si no se corrige, podría costarles caro en etapas más avanzadas de la competición. Gattuso tiene la tarea de equilibrar la balanza, de infundir esa disciplina táctica sin sofocar el espíritu ofensivo que, para bien o para mal, ahora parece caracterizar a esta `Azzurra`. Los aficionados pueden esperar más emociones fuertes, pero también anhelan una dosis de esa vieja y confiable solidez italiana.