El Crystal Palace, un club que aspiraba a participar en una competición europea la próxima temporada, ha recibido una noticia inesperada y dura por parte de la UEFA. No se trata de un resultado en el campo, sino de un revés burocrático de considerable impacto, directamente relacionado con su compleja estructura de propiedad. El veredicto del panel de control financiero de clubes (CFCB) de la UEFA es claro: el club inglés desciende de su potencial plaza en la Europa League a la Conference League para la temporada venidera.
La razón fundamental detrás de esta decisión reside en las normativas de la UEFA sobre la propiedad multiclub. Estas reglas están diseñadas, en teoría, para preservar la integridad de las competiciones y prohíben, entre otras cosas, que dos clubes con el mismo propietario o entidad controladora participen en la misma competición europea. Es una norma que busca evitar conflictos de interés y garantizar la competencia justa.
Aquí es donde entra en juego la figura del empresario estadounidense John Textor. Su empresa, Eagle Football, posee participaciones significativas tanto en el Crystal Palace como en el Olympique Lyonnais (Lyon) de la liga francesa. El Lyon, tras sortear sus propios problemas internos y lograr un recurso exitoso para evitar el descenso en Francia (otro capítulo digno de análisis), se ganó su derecho a competir en la Europa League a través de su rendimiento en la Ligue 1. La situación se complicó cuando el Crystal Palace también se encontró en posición de acceder a una competición europea, aunque quizás su clasificación inicial apuntaba a la Conference League. Sin embargo, la presencia de ambos clubes con el mismo propietario principal y la posibilidad de que ambos coincidieran en el “nivel” europeo superior activó la alarma de la UEFA.
El Crystal Palace intentó defender su posición argumentando que la influencia de John Textor en el club no era lo suficientemente preponderante como para justificar la violación de la norma de propiedad multiclub. Asimismo, se enfrentaron a un obstáculo adicional: habían incumplido el plazo del 1 de marzo impuesto por la UEFA para demostrar haber realizado una reestructuración que mitigara el conflicto de intereses. Quizás, en un acto de sincera (o irónica) honestidad, pensaban que su clasificación europea era, en aquel momento, una posibilidad tan remota que la urgencia por cumplir el plazo no parecía prioritaria. El destino, sin embargo, tenía otros planes.
La UEFA, a través de la primera cámara de su órgano de control financiero, no aceptó la defensa del club de Londres. Consideraron que la influencia de Eagle Football, y por ende de Textor, en el Crystal Palace era lo suficientemente significativa como para crear un conflicto bajo sus regulaciones. La consecuencia directa e inmediata es la relegación del Crystal Palace a la tercera competición europea, la Conference League.
Este revés burocrático tiene un beneficiario inesperado en la Premier League: el Nottingham Forest. Tras finalizar la temporada en la séptima posición (una plaza que, bajo circunstancias normales, otorga acceso a la Conference League), ahora el Forest podría heredar la plaza en la Europa League que el Crystal Palace ha perdido. Un giro de guion provocado no por goles o puntos, sino por estatutos y porcentajes de propiedad.
La saga, sin embargo, no ha llegado a su fin. Se espera que el Crystal Palace presente un recurso contra la decisión de la UEFA. El club buscará revertir este golpe y recuperar su posición en la Europa League, apelando la interpretación de la normativa por parte del organismo rector del fútbol europeo. Este caso subraya, una vez más, las crecientes complejidades y desafíos que presentan las estructuras de propiedad multiclub en el panorama del fútbol moderno y cómo la regulación intenta, a veces de forma controvertida, poner orden en este entramado financiero y deportivo. El “sueño europeo” para el Crystal Palace se ha transformado, temporalmente al menos, en un laberinto legal y burocrático.