La escena se remonta a las elecciones de 2020 en el Benfica, un evento que movilizó a miles de socios en un ejercicio democrático que, como a menudo ocurre en las grandes instituciones, no estuvo exento de controversia. Luís Filipe Vieira se alzó con la victoria con un 62,59% de los votos, frente al 34,71% obtenido por João Noronha Lopes. Una derrota clara en los números, pero ¿qué hay detrás de la decisión de Lopes de no impugnar unos resultados que, según sus propias palabras, generaban “dudas fundadas”?
Un Momento de Tensión Histórica: Evitar la “Pelea”
La clave reside en el ambiente post-electoral. En una entrevista reciente, Noronha Lopes desveló la razón de su `silencio` ante los resultados: “Fue una decisión muy difícil e individual. La mayor parte de quienes estaban cerca de mí, pensaban de manera diferente. Pero, a veces, tenemos que tomar decisiones difíciles, solos. En ese momento, eso fue lo que pensé. Aunque hubiéramos impugnado, el proceso habría terminado de la misma manera. Las urnas habrían sido llevadas a un determinado lugar y lo que sea que se pudiera hacer se habría hecho, con el agravante de que la noche habría terminado con los benfiquistas a golpes. Y ese fue el escenario que quise evitar”.
Esta declaración pinta un cuadro vívido de la situación: una facción considerable de socios del Benfica estaba al borde de la confrontación. La imagen de un Estadio da Luz, templo de la pasión roja y blanca, transformándose en un campo de batalla interna, fue un disuasivo lo suficientemente potente para un candidato que, al parecer, valoraba la cohesión del club por encima de su propia aspiración presidencial. Una especie de sacrificio en aras de la paz social benfiquista; una lección de civismo en un ambiente que, parafraseando al propio Lopes, parecía a punto de convertirse en un ring de boxeo.
El Escepticismo ante la Urna Electrónica: ¿Modernidad o Vulnerabilidad?
Más allá de la decisión personal, la reflexión de Noronha Lopes se extiende a un debate más amplio y recurrente en la democracia interna del Benfica: el voto electrónico. Su postura es clara y contundente: “En primer lugar, porque todavía no ofrece condiciones de total exención y credibilidad. Eso explica por qué no existe en las elecciones para los órganos de soberanía en Portugal y en las elecciones para la gran mayoría de los países democráticos de este mundo. Es porque hay dudas fundadas sobre la credibilidad del proceso y la posibilidad de interferencias externas”.
Esta crítica no es menor. En un mundo cada vez más digitalizado, la resistencia al voto electrónico en un club de la magnitud del Benfica, que aspira a la modernidad en todos sus frentes, puede parecer anacrónica. Sin embargo, Lopes subraya un punto crucial: la fiabilidad del voto y la legitimidad del presidente. Para él, el voto escrito es la única garantía para que no existan “dudas ningunas” sobre los resultados. Es un argumento técnico, sí, pero con profundas implicaciones democráticas. Si la herramienta es el “talón de Aquiles” del proceso, ¿de qué sirve su modernidad si compromete la confianza?
La Voluntad de los Socios y la Rigidez de los Estatutos
Lo paradójico es que la base de socios del Benfica ya se pronunció sobre este asunto. Noronha Lopes recordó que “los socios del Benfica votaron, más del 90 por ciento, por la abolición del voto electrónico y por la elección del voto físico”. La voz de la masa, clara como el agua de la fuente de Belém, se había pronunciado. Y, sin embargo, el club sigue lidiando con esta controversia.
Los estatutos, esas “leyes” internas del club, son el marco ineludible. Lopes insiste: “Hasta podemos pensar A o B, pero los estatutos son lo que son. No podemos huir de los estatutos”. La normativa actual exige que un voto electrónico, para ser válido, debe ser “validado a través del depósito de voto físico en urna”. Esto significa que, incluso con la tecnología, la presencia y el acto físico de votar siguen siendo, estatutariamente, la columna vertebral del proceso.
Expandiendo el Campo de Juego Democrático: ¿Cómo Votar Más y Mejor?
Si el voto electrónico es problemático y el voto físico es la solución, la siguiente cuestión es cómo hacerlo accesible al mayor número de socios posible. Un club global como el Benfica tiene seguidores por todo el mundo, y la participación debe ir más allá de los que pueden acercarse al Estadio da Luz.
En la última reunión entre los candidatos y el presidente de la Mesa de la Asamblea General (MAG), se exploraron opciones. El voto por correspondencia fue una propuesta, pero se desestimó por la dificultad de cumplir con los plazos estatutarios. La alternativa, defendida por Noronha Lopes, es la expansión de las secciones de voto: “el alargamiento de las secciones de voto a las Azores y a Madeira, como hacemos en el Continente, en las casas del Benfica, escuelas u hotel. Exactamente el mismo proceso debe hacerse fuera de Portugal, en las casas del Benfica o donde exista un número significativo de adeptos, en un hotel o consulado”.
Más Allá del Costo: La Inversión en Transparencia
Ante la posible objeción de los costes asociados a esta expansión logística, Noronha Lopes es lapidario: “Si no es en una votación para las elecciones que justificamos gastar una cantidad significativa, ¿entonces para qué es? Este argumento no es válido. Es más complicado desde el punto de vista logístico, pero tenemos la obligación de intentar llegar al mayor número posible de socios en las islas y en el extranjero. Y el Benfica tiene que crear condiciones para que eso pueda suceder”.
Este es un argumento de principios, no de contabilidad. La democracia, especialmente en una institución de la talla del Benfica, no es un gasto, sino una inversión. Una inversión en participación de socios, en transparencia y, en última instancia, en la legitimidad de sus líderes y en la fortaleza del propio club.
Conclusión: El Futuro del Voto Benfiquista
La reflexión de João Noronha Lopes sobre las elecciones de 2020 y el sistema de votación del Benfica es mucho más que una anécdota personal. Es un espejo de los desafíos que enfrentan las grandes organizaciones en la búsqueda de una democracia interna robusta y creíble. La tensión entre la modernidad tecnológica y la fiabilidad de los métodos tradicionales, la necesidad de respetar la voluntad de los socios y la importancia de adaptar los estatutos a una realidad globalizada, son cuestiones que el “Glorioso” deberá seguir abordando. Al final, la unidad del Benfica, esa pasión roja y blanca que une a millones, bien vale un esfuerzo adicional para asegurar que cada voto cuente y cada elección sea un reflejo indiscutible de la voluntad de sus socios, sin riesgo de “peleas” que empañen su historia.