El partido entre el Espanyol y el Girona, que se disputará este lunes en el RCDE Stadium, es mucho más que la disputa de tres puntos. Es una batalla por un título simbólico, pero lleno de orgullo: ser considerado el segundo equipo de Cataluña, tras el omnipresente y hegemónico FC Barcelona. Esta rivalidad, relativamente reciente e impensable hace algunos años, pero profundamente arraigada, enfrenta la historia contra el presente, la tradición contra la modernidad y, sobre todo, dos maneras muy diferentes de entender el fútbol.
La rivalidad que cambió todo
Esta disputa tiene una fecha de inicio clara: 2017. Fue entonces cuando figuras vinculadas al entorno del Girona, como Jaume Roures, Ferran Soriano y Pere Guardiola, manifestaron su intención de posicionar al club gerundense como el segundo equipo de Cataluña. Un comentario que sentó muy mal en el Espanyol, no solo porque el Girona acababa de llegar a Primera División, sino porque, para los blanquiazules, la historia y el prestigio no se otorgan gratuitamente, como parecían sugerir las palabras de aquellos personajes: se conquistan con décadas de trabajo y sacrificio.
El Espanyol, con casi 90 temporadas en la élite, no necesita justificar su posición como segundo equipo más importante de su región. Sin embargo, los recientes logros deportivos del Girona, a pesar de estar viviendo solamente su quinta temporada en Primera División, han provocado que esta lucha sea algo más que una cuestión de historia o estadísticas.
Espanyol: historia y legado frente al “boom” gerundense
Mientras que el Girona logró la temporada pasada una clasificación histórica para la Champions League, aunque fue eliminado sin destacar en la máxima competición europea, ahora lucha por conseguir una plaza europea, algo que se presenta complicado. De hecho, Míchel, con sinceridad, reconoció tras el empate contra el Celta en la jornada anterior que en este momento no están en condiciones de luchar por ella y que deben concentrarse en asegurar la permanencia, aunque este discurso podría entenderse como una forma de motivar a un vestuario que no atraviesa su mejor momento anímico.
El Espanyol, por su parte, sigue enfocado en el objetivo de mantenerse en la categoría, pero respaldado por su pasado, su historia y su tradición. Aunque los últimos años han sido muy difíciles debido a una gestión que puede calificarse de lamentable por parte de la propiedad y de los representantes de Chen Yansheng en Barcelona, el club blanquiazul sigue siendo, por encima de sus dirigentes, un pilar del fútbol catalán.
Los aficionados pericos tampoco olvidan que el Espanyol ha sido históricamente un club muy generoso con el Girona, el que más, ante la indiferencia de otras entidades con las que ahora parecen mantener una relación cercana. Antes de que el equipo gerundense alcanzara la élite y olvidara quién le apoyó en el pasado para entregarse al Barça, el club blanquiazul les cedió una larga lista de jugadores y contribuyó a fortalecer un proyecto que, curiosamente, ahora intenta arrebatarles ese puesto honorífico como “segundo” de Cataluña.
Modelos opuestos en conflicto
Si nos centramos en la gestión, hay que reconocer que la ventaja es para el club gerundense, y con mucha diferencia. Chen Yansheng adquirió la entidad perica en 2016 con promesas ambiciosas, pero el equipo ha sufrido dos descensos en un corto período de tiempo, víctima de una alarmante inestabilidad deportiva, con constantes cambios de entrenadores y directores deportivos. Por el contrario, el Girona apostó por un modelo basado en la continuidad y en la gestión eficaz, con Quique Cárcel y Míchel como pilares de un proyecto estable que les ha dado resultado.
El Espanyol también atraviesa una delicada situación económica, encadenando su cuarta temporada consecutiva con pérdidas y sin invertir en fichajes. En el último mercado de verano, llegaron ocho jugadores, siete cedidos y uno libre. Mientras tanto, el Girona supo vender por valor de 56,5 millones y reinvirtió 43,9 millones en refuerzos.
El partido del lunes: una nueva batalla
Los partidos entre el Espanyol y el Girona, desde que nació esta rivalidad, están llenos de tensión. En el RCDE Stadium, los pericos buscarán reafirmar su papel en el fútbol catalán. Mientras que el Girona, que disfruta de su momento de gloria, sueña con arrebatarle ese puesto en el podio con trabajo, ambición y también, es importante destacarlo, un nada despreciable apoyo mediático y económico de un gigante como el City Group, que juega a su favor. Todo esto hace que el partido del lunes sea más que un simple encuentro: será una nueva batalla por ese lugar en la jerarquía del fútbol catalán, aunque los pericos saben que, pase lo que pase, la historia siempre estará de su lado.