En un partido que tuvo de todo, menos tranquilidad, el Chelsea consiguió su billete para las semifinales del Mundial de Clubes. La victoria por 2-1 sobre Palmeiras llegó de la forma más inesperada y agónica: un gol en propia puerta en los últimos compases del encuentro. Un triunfo que, más allá del resultado, dejó importantes lecturas para el conjunto de Enzo Maresca en su puesta a punto.
El encuentro comenzó con un Chelsea que parecía tener las cosas bajo control. Pronto, la calidad individual se impuso, y fue Cole Palmer quien rompió el hielo. Con una definición certera tras superar a su defensor, el joven inglés anotó su primer gol en el torneo, mostrando esa chispa que tan necesaria será para el equipo en su regreso a la Liga de Campeones. Era el minuto 16, y los “Blues” se sentían cómodos.
Sin embargo, el fútbol, especialmente contra un rival brasileño con hambre, rara vez es un camino de rosas. Palmeiras, espoleado por una afición ruidosa que hizo sentir su presencia, ajustó piezas tras el descanso y golpeó rápido. El joven Estevao, ya atado por el Chelsea para un futuro no muy lejano, demostró por qué es una promesa con un gol desde un ángulo complicado que significó el empate. El partido, de repente, se convirtió en una batalla abierta, con Palmeiras crecido y los “Blues” obligados a redoblar esfuerzos.
Enzo Maresca movió el banquillo buscando soluciones. Entraron Noni Madueke y el recién llegado Joao Pedro, refrescando el ataque y buscando dinamizar el juego. Y vaya si funcionó. Madueke, especialmente activo por la banda izquierda, se convirtió en una pesadilla para la defensa brasileña, forzando faltas y córneres que metieron al Palmeiras en su área. La estrategia dio sus frutos.
Cuando el tiempo se agotaba y la prórroga parecía inevitable, llegó la jugada decisiva, con ese toque de ironía que a veces tiene el fútbol. Un disparo de Malo Gusto, sin aparente peligro mortal, se desvió de forma desafortunada en el defensor de Palmeiras, Agustín Giay, y acabó mansamente en la red. 2-1 para el Chelsea, con la jugada siendo acreditada como gol en propia puerta. Un desenlace cruel para Palmeiras, pero un respiro de alivio (y victoria) para los londinenses.
La noche también fue una oportunidad para ver en acción a jóvenes talentos. Andrey Santos, que jugó de inicio en el centro del campo, mostró destellos de su potencial. Este torneo es una vidriera importante para jugadores como él, que buscan ganarse un puesto en la plantilla principal de Maresca de cara a una temporada exigente con el regreso a la élite europea. Cada minuto cuenta para demostrar que tienen el nivel.
Ahora, el camino del Chelsea en el Mundial de Clubes los lleva a enfrentarse a otro peso pesado brasileño: Fluminense. Y este partido tendrá un condimento especial. Al frente del equipo carioca estará Thiago Silva, el icónico excapitán del Chelsea, un muro defensivo que ahora lidera al rival. Pasar de enfrentarse a un futuro compañero (Estevao) a medirse contra una leyenda del pasado reciente del club es, sin duda, una narrativa interesante para los de Maresca en este torneo.
En resumen, una victoria sufrida, sí, pero que refuerza la mentalidad del equipo y permite seguir adelante. El Chelsea superó la prueba táctica y mental contra un Palmeiras combativo, aunque el gol decisivo llegase con una ayuda inesperada. Ahora toca prepararse para el reencuentro con Thiago Silva y el desafío de alcanzar la final.