El imponente Estadio do Dragão, acostumbrado al rugido atronador de su afición celebrando cada gol, cada victoria, hoy respira un aire distinto. Un silencio cargado de duelo y respeto se cierne sobre sus inmediaciones, mientras miles de corazones, muchos de ellos rotos, se congregan para dar el último adiós a Jorge Costa, el `Bicho` indomable, una leyenda cuya partida ha sumido al mundo del fútbol portugués en una profunda tristeza.
El Legado de un Capitán Eterno
Para muchos, su apodo, `El Bicho`, no era solo un guiño a su imponente presencia física o a su estilo de juego aguerrido. Era la personificación de un espíritu, una mentalidad que se arraigó en el ADN del FC Porto. Jorge Costa, fallecido a los 53 años tras un paro cardiorrespiratorio, no solo vistió la camiseta entre 1992 y 2005; la encarnó. Su figura trascendía el rol de defensor central; era el técnico en el campo, el líder nato que convertía cada instrucción en una misión, cada adversidad en un desafío superable.
Su palmarés es tan robusto como su temperamento en el césped, adornado con 21 trofeos que incluyen la joya de la corona: la UEFA Champions League de 2004, la Copa Intercontinental del mismo año, y la Copa de la UEFA en 2003. A esto se suman ocho títulos de campeón nacional, cinco Copas de Portugal y cinco Supercopas. Más allá de los números, Costa fue el pilar de la `mística` portista, el paradigma del capitán que llevó el ADN del club a los cuatro confines del mundo, con una mezcla de ferocidad y lealtad que rara vez se ve.
Una Despedida Colectiva en el Corazón de Oporto
Desde el anuncio de su fallecimiento, las inmediaciones del Estadio do Dragão se han transformado en un improvisado santuario. Las banderas a media asta ondean como almas en pena, y los paneles publicitarios dentro del coliseo muestran un simple pero contundente mensaje: “Jorge Costa 1971-2025”. Una fecha de nacimiento, una fecha de partida, y entre ellas, una vida dedicada.
Cientos de aficionados, desde niños hasta octogenarios, han acudido para depositar bufandas, banderas, pósteres, velas y mensajes de agradecimiento, creando un mosaico espontáneo de dolor y gratitud. En las pantallas gigantes, su rostro impasible, acompañado de una de sus citas más célebres: “Aconteça o que acontecer, faço parte da história do meu clube do coração” – una frase que, hoy más que nunca, resuena con una verdad escalofriante. Incluso el primer ministro portugués, Luís Montenegro, hizo una pausa en su agenda para rendir sus respetos, un testimonio del impacto de Costa más allá del ámbito deportivo.
Para la tarde, las puertas del aparcamiento uno se abrieron, permitiendo a la afición despedirse en un ambiente más controlado, dado el inclemente calor que se hace sentir en la Invicta. Un gesto práctico, sí, pero cargado de simbolismo, al permitir que el pueblo de Oporto honrara a su ídolo.
El Fútbol se Detiene, la Memoria Permanece
La conmoción es tal que el FC Porto solicitó el aplazamiento de su partido de debut en la liga, originalmente previsto para el sábado. La Liga Portuguesa de Fútbol Profesional accedió, moviendo el encuentro al lunes. Lo que debía ser una explosión de alegría por el inicio de la temporada 2025/26, se convirtió en un día de luto y reflexión.
Las condolencias no han tardado en llegar desde todas partes del globo, con la FIFA, la UEFA y un sinfín de clubes y personalidades expresando su pesar. Esto demuestra que la leyenda de Jorge Costa, el defensor implacable, el capitán inquebrantable, no conocía fronteras. Su legado es un recordatorio de que el fútbol, más allá de un deporte, es un crisol de pasiones, sacrificios y lealtades inquebrantables.
Jorge Costa se marcha, físicamente. Pero el eco de su liderazgo, la impronta de su entrega y la memoria de sus triunfos permanecerán grabados en cada ladrillo del Dragão, en cada cántico de la Curva Sul, y en el corazón de cada aficionado. Y aunque la vida, y el fútbol, inevitablemente sigan su curso, para la familia azul y blanca, el `Bicho` no ha muerto; simplemente ha ascendido a la grada de los inmortales, desde donde seguirá velando por su Porto, con esa mirada desafiante que lo hizo leyenda.