El Tribunal Local Criminal de Lisboa ha emitido un veredicto que resuena más allá de los pasillos judiciales, llegando al corazón mismo del fútbol portugués: Frederico Varandas, presidente del Sporting CP, ha sido absuelto del delito de difamación contra el legendario y ya desaparecido Pinto da Costa, ex-presidente del FC Porto. La clave de esta decisión radica en la interpretación de la frase “corruptor activo”, una expresión que, según la corte, fue utilizada en el legítimo ejercicio del derecho a la libertad de expresión.
La Larga Sombra de una Rivalidad
Este caso no surge en un vacío, sino que es un nuevo capítulo en la ya intensa y, a menudo, hostil relación entre dos de los clubes más grandes de Portugal. La disputa verbal que llevó a Varandas al banquillo de los acusados se remonta a 2022, cuando, al comentar un proceso legal anterior, elevó el tono de sus acusaciones contra Pinto da Costa.
Para entender la complejidad, debemos retroceder un poco más. En 2020, Varandas ya había sido objeto de una denuncia por llamar “bandido” a Pinto da Costa. Aquel primer episodio concluyó con una condena para el presidente del Sporting, quien fue sentenciado a pagar 12.200 euros: una multa de 7.200 euros por difamación, a la que se sumaron 5.000 euros en compensación por daños no patrimoniales a los herederos del antiguo dirigente portista. Una suma considerable, que reflejaba la seriedad con la que la justicia abordaba las declaraciones públicas en el volátil mundo del deporte.
“Corruptor Activo”: ¿Una Elección Más Elegante?
Fue precisamente en el contexto de aquel primer juicio que Varandas pronunció la frase que ahora lo ha llevado de nuevo a los tribunales. En 2022, al referirse al proceso en el que se le acusaba de difamar a su homólogo del FC Porto, el presidente del Sporting declaró con una ironía que no pasó desapercibida:
“Jamás alguien pretende ofender a alguien cuando se dice la verdad. Apenas dije la verdad, la verdad no ofende. Pero, si quieren cambiar la palabra, puedo cambiar bandido por corruptor activo, es más elegante.”
Esta “reformulació” de “bandido” a “corruptor activo” se convirtió en el epicentro del nuevo litigio. La absolución del Tribunal Local Criminal de Lisboa sugiere que la expresión, aunque contundente y crítica, se enmarcó dentro de los límites aceptables del debate público y la crítica, incluso cuando esta se dirige a figuras prominentes como lo fue Pinto da Costa. Es un recordatorio de que, si bien la difamación tiene sus consecuencias, la libertad de expresión sigue siendo un pilar fundamental en las sociedades democráticas, incluso en el apasionado ecosistema deportivo.
Libertad de Expresión vs. Difamación en el Deporte de Élite
Este veredicto abre un interesante debate sobre los límites de la crítica en el fútbol profesional. Los presidentes de los clubes, figuras públicas por excelencia, están constantemente bajo el escrutinio de la prensa, los aficionados y, por supuesto, sus rivales. Sus palabras, a menudo cargadas de emoción y estrategia, pueden cruzar fácilmente la delgada línea entre la crítica legítima y la ofensa personal.
La decisión judicial de Lisboa podría sentar un precedente importante en Portugal, delineando con mayor claridad qué tipo de declaraciones entran en el ámbito de la libertad de expresión y cuáles constituyen un ataque directo a la honra. En un deporte donde las emociones están a flor de piel y la retórica es a menudo incendiaria, esta distinción es crucial. No es trivial que el tribunal haya ponderado el contexto de las declaraciones, la naturaleza pública de los involucrados y la intencionalidad detrás de las palabras.
El Legado de Pinto da Costa y el Fútbol Portugués
La figura de Pinto da Costa, quien falleció el 15 de febrero de este año, añade una capa de solemnidad a este caso. Fue un líder icónico, una figura que marcó una era en el FC Porto y en el fútbol portugués. Que su nombre siga siendo el centro de batallas legales incluso después de su muerte, subraya la magnitud de su influencia y el impacto duradero de las rivalidades que forjó.
En última instancia, el caso Frederico Varandas contra Pinto da Costa es más que una simple disputa legal. Es un espejo de la complejidad del fútbol moderno, donde la pasión en el campo se traslada a los despachos, y donde la batalla por la hegemonía se libra tanto con goles como con declaraciones. La justicia ha dictaminado su posición, reafirmando que, incluso en la más ferviente de las rivalidades, la libertad de expresión, con sus matices y responsabilidades, prevalece.