El fútbol portugués y, en particular, la familia del FC Porto, se visten de luto. La noticia del fallecimiento de Jorge Costa, el inconfundible “Bicho”, ha resonado como un estruendo inesperado, dejando un vacío inmenso en el corazón de quienes lo conocieron y admiraron. Su partida no solo representa la pérdida de un exjugador y directivo, sino el adiós a una era de compromiso, liderazgo y una pasión inquebrantable por el balompié.
El “Bicho”: Una Leyenda en el Campo
Nacido en Oporto el 14 de octubre de 1971, Jorge Costa no era solo un futbolista; era una institución andante. Su apodo, “El Bicho”, no era una mera etiqueta; era la definición de su estilo de juego: férreo, implacable, a menudo intimidante para sus rivales, pero siempre leal a su escudo. En el campo, era un muro inquebrantable, el corazón palpitante de la defensa del FC Porto, una figura que inspiraba tanto respeto como temor. Su ferocidad en el campo, sin embargo, era a menudo una máscara para la astucia táctica y una capacidad de liderazgo innata que lo convirtió en el capitán indiscutible de los “Dragones” durante numerosas temporadas.
Su carrera como jugador es un testamento a su dedicación y éxito. Después de pasar por el FC Penafiel y el Marítimo M., regresó a su casa, el FC Porto, donde forjó la mayor parte de su leyenda. Durante 13 temporadas vistió la camiseta blanquiazul, participando en 305 partidos en la máxima categoría del fútbol portugués y cosechando un palmarés envidiable:
- 8 veces Campeón Nacional de Portugal.
- 5 Copas de Portugal.
- 5 Supercopas de Portugal.
- 1 Liga de Campeones de la UEFA.
- 1 Copa de la UEFA (actual Europa League).
- 1 Copa Intercontinental.
- Campeón Mundial Sub-20 en 1992 con la Selección Nacional.
Estos títulos no fueron solo adiciones a un vitrina; fueron el reflejo de una mentalidad ganadora, de la que Jorge Costa era un pilar fundamental. Era el tipo de jugador que se dejaba la piel en cada disputa, un líder por naturaleza que tiraba del carro en los momentos más difíciles.
De Capitán Indomable a Estratega en los Banquillos
Colgar las botas en la temporada 2005-06 no significó, ni mucho menos, colgar la pasión por el fútbol. Jorge Costa, con esa misma tenacidad que lo caracterizaba como jugador, emprendió una nueva etapa: la de entrenador. Su debut en los banquillos fue con el SC Braga en 2006/07, y a partir de ahí, su camino lo llevó por diversos clubes portugueses como SC Olhanense, Académica, FC P. Ferreira, FC Arouca, SC Farense y Académico de Viseu, además de una etapa en el Académico de Guarda.
Pero su visión no se limitó a las fronteras lusas. Demostrando su espíritu aventurero y su deseo de crecer, “El Bicho” también registró pasajes internacionales, llevando su conocimiento y experiencia a Rumanía, Chipre, Gabón, Túnez, Francia e incluso la exótica India. Una travesía global que, parafraseando, parecía un mapamundi de retos futbolísticos. Finalmente, y para la alegría de los “Portistas”, regresó a casa para asumir un rol directivo en el FC Porto, demostrando que su vínculo con el club era inquebrantable, una mente que entendía el fútbol desde todas sus aristas, tanto en el césped como en los despachos.
Un Legado que Trasciende el Terreno de Juego
La Liga Portugal, a través de su presidente, Reinaldo Teixeira, no tardó en expresar el sentir colectivo: “El fallecimiento de Jorge Costa nos ha tomado a todos por sorpresa. Su pasión, liderazgo y dedicación al juego dejarán una marca eterna. Perdí un amigo y una persona por quien tenía una sincera y muy grande estima personal y profesional”. Estas palabras encapsulan no solo la grandeza profesional de Jorge Costa, sino también su valía humana.
Más allá de los títulos, Jorge Costa dejó un legado de carácter, de no rendirse jamás, de personificar la esencia del FC Porto: la garra, la ambición y la capacidad de superar cualquier adversidad. Era un hombre de fútbol de pies a cabeza, alguien que vivía y respiraba el deporte. Su figura, imponente y carismática, permanecerá grabada en la memoria de los aficionados, no solo como “El Bicho”, el defensa indomable, sino como un campeón en todos los sentidos de la palabra. Su rugido se ha silenciado, pero su eco resonará por siempre en los estadios y en los corazones de quienes amaron y respetaron a este eterno Dragón.