Juvemanía, Thiago Motta minimiza un 0-4 en casa: no ha entendido dónde se encuentra

“Estoy disgustado”. “Estoy amargado”. Pero no “decepcionado”. Thiago Motta eligió cuidadosamente sus palabras. No se disculpó con los aficionados, ni mostró rabia como después de Empoli. Esta vez, tras el desastre con el Atalanta, ha decidido minimizar. Y está bien evitar alarmismos, pero ante un KO de este tipo, la estrategia ha parecido la menos adecuada. No hacía falta agrandar la sensación de vacío ya enorme, pero tampoco encogerse de hombros mientras la silla se tambalea y se corre el riesgo de caerse.

Una vez más, tras una derrota humillante, ningún dirigente se ha presentado. Ninguna voz de la sociedad, ninguna señal desde arriba. Solo Thiago Motta, y su mensaje no ha sido suficiente. Estaba distante de la ruptura post Copa Italia y más cerca de la incredulidad tras la eliminación en Champions. Una forma de decir: “Los adversarios han sido superiores a nosotros, hagámoslo razón”. Pero olvidando que la Juventus no puede aceptar pasivamente un 4-0 en casa. No es solo una derrota: es una humillación. De esas que no se borran fácilmente.

La verdadera pregunta es esta: ¿para Motta, la Juve es realmente “otra cosa”? ¿O es solo un proyecto a desarrollar, una idea de fútbol a imponer, independientemente del contexto? Un gran club sigue siendo un gran club, y él lo sabe bien. Sin embargo, también a través de sus palabras, emerge la sensación de una fractura profunda: una visión que parece querer redimensionar lo que ha hecho única a la Juventus, como si esos elementos fueran ya engorrosos. Pero si el objetivo es construir un equipo joven, ¿cómo se concilia con la obsesión de ganar, que aquí siempre ha sido lo único que cuenta?

Y luego está el crecimiento, o mejor dicho, su ausencia. Porque esta Juve no solo no ha mejorado, sino que parece incluso haber retrocedido. Los líderes técnicos han desaparecido, engullidos por decisiones, relaciones complicadas o intuiciones erróneas del entrenador. Los jóvenes no pueden resolverlo todo si el Atalanta, como el PSV o incluso el Empoli, te presiona y transforma el partido en un ejercicio extremo de supervivencia. Yildiz ha sido un ejemplo. Nico González, en cambio, se ha quedado inexplicablemente fuera del partido. De nuevo.

¿Y Motta? ¿Dónde ha terminado el entrenador que se suponía que iba a dar mentalidad antes incluso que táctica? ¿El que se suponía que iba a transformar este equipo? ¿El que se suponía que iba a navegar solo sobre las olas de sus ideas? ¿Tiene realmente una dirección? ¿Vive al día? ¿Considera el acceso a la Champions ya un logro? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta. Ni siquiera a los micrófonos, donde debería proporcionarlas, por respeto a los aficionados. Está enfadado pero no lo dice, querría tronar pero mantiene el aplomo, tiene en mente a sus adversarios y sin embargo llama a todos “amigos”.

Aclarémonos: no hace falta un desahogo continuo, no siempre se puede reaccionar con la rabia de Empoli. Pero una cosa debe quedar clara, para él y para quien lo guía: Juventus-Atalanta quedará en la historia. Es un punto de no retorno. Y no puede ser liquidado con una minimización. Porque la Juve es y será siempre otra cosa. Y precisamente en los momentos más difíciles, cuando el riesgo es la asimilación a la mediocridad, hay que recordarlo.

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By Urbano Salas

Urbano Salas, de Valencia, se ha establecido como uno de los analistas deportivos más perspicaces de España. Su columna semanal en medios digitales cubre todos los eventos deportivos significativos, desde fútbol hasta balonmano. Sus detallados análisis de partidos de La Liga y pronósticos para torneos internacionales han ganado especial reconocimiento. Salas asiste regularmente a los entrenamientos de equipos locales y mantiene estrechos contactos con los cuerpos técnicos, lo que le permite obtener información exclusiva de primera mano. También dirige un popular canal de YouTube donde analiza las probabilidades de resultados deportivos.

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