El derbi de Manchester, ese choque de titanes que en la primera década de los 2000 nos hacía vibrar con cada balón, se presenta hoy con un matiz diferente. Ni el Manchester United ni el Manchester City parecen ser los contendientes indiscutibles al título de la Premier League que fueron antaño. Es un hecho, las aspiraciones de ambos clubes esta temporada exigen una dosis de realidad, y curiosamente, esta nueva perspectiva se ha manifestado de la manera más evidente en la posición menos esperada: bajo los tres palos.
Hace apenas un año, las porterías de estos gigantes estaban custodiadas por figuras de renombre como Ederson y André Onana. Sin embargo, el encanto de la Süper Lig turca y sus generosas ofertas económicas los han atraído, dejando un vacío que sus antiguos clubes, quizás con una sonrisa discreta, no tardaron en llenar. Tanto Rúben Amorim como Pep Guardiola, los cerebros detrás de estas renovaciones, llegaron a una misma conclusión: lo que realmente necesitaban eran porteros con una capacidad de atajar balones superior. Una verdad tan antigua como el fútbol, y que en la era de los `sweeper-keepers` a veces olvidamos. Parece que el fútbol, como la moda, es cíclico, y la vieja escuela de `simplemente detén el balón` tiene su encanto renovado.
Manchester United: La Apuesta por el Guardián del Gol Puro
El Manchester United, ese club que históricamente ha tenido una relación compleja con las transferencias, podría haber encontrado su camino en una dirección inesperada. Tras la partida de Onana, los Red Devils se inclinaron por Senne Lammens, un joven guardameta cuyas métricas avanzadas en la liga belga lo situaron entre los mejores de Europa la temporada pasada. Su principal virtud no reside en su habilidad para iniciar jugadas con los pies –una cualidad tan cotizada hoy en día que casi se olvida la función primordial de un portero– sino en su excepcional capacidad para evitar goles. Lammens, un portento de 1.93 metros, demostró en la liga belga haber concedido 14.5 goles menos de lo que indicaba el valor de goles esperados pos-disparo (PSxG) de los tiros que enfrentó. Un dato que, si bien debe tomarse con cautela y sin proyecciones precipitadas a la Premier League, sugiere un talento genuino para lo que realmente importa.
La filosofía detrás de este fichaje parece ser una respuesta directa a los problemas de su predecesor. Las dificultades de Onana no siempre eran evidentes en los datos brutos de goles prevenidos, pero eran dolorosamente palpables para cualquiera que lo viera dudar en saques de esquina o fallar en su palo cercano. Fue un portero fichado por su dominio del juego con los pies, solo para que Erik ten Hag decidiera a los pocos partidos que prefería que jugara en largo. Una ironía digna de ser contada en el pub local.
El estratega Rúben Amorim, consciente de la presión asfixiante que recae sobre el `número uno` de Old Trafford, ha adoptado una estrategia más gradual. Confirmó que Altay Bayındır será titular en el derbi, concediendo a Lammens el tiempo necesario para aclimatarse a una liga, un país y, curiosamente, un balón diferente. Un movimiento inteligente para proteger a su nueva adquisición, evitando que el `foco de atención` lo devore, tal como quizás le ocurrió a Onana, quien carecía de la “piel de rinoceronte” necesaria, según el exdefensor Phil Jones.
Manchester City: El Cambio Táctico de Guardiola
En el lado azul de Manchester, la situación es igualmente fascinante. Pep Guardiola, un técnico cuya carrera ha estado marcada por la búsqueda incansable de porteros con una distribución impecable, vio partir a su maestro de orquesta, Ederson, también seducido por los cantos de sirena turcos. Ederson no solo era un portero con paradas de élite, sino un mediocampista encubierto, capaz de iniciar ataques con pases que rompían líneas, un récord de asistencias en la Premier League para un guardameta que lo atestigua. Un hombre al que, en broma (¿o no tanto?), se consideró un candidato para tirar penaltis. Su salida, precipitada en parte por problemas de lesiones, abrió la puerta a un cambio.
El reemplazo, Gianluigi Donnarumma, representa un viraje audaz. Es, como se describe, un “zag al zig de Ederson”. Donnarumma es una presencia imponente, alto, con una personalidad que llena la portería y una capacidad de parada demostrada en los escenarios más grandes de la Champions League. Pero, y aquí está la clave, Guardiola ha sido enfático: no se le pedirá que inicie transiciones ni construya ataques como lo hacía Ederson. “No le exigiré a Gigi que haga algo con lo que se sienta incómodo”, sentenció el técnico, reconociendo que Donnarumma posee “otra cualidad”.
¿Por qué este cambio tan drástico en la filosofía de Guardiola? La respuesta se encuentra no tanto en lo que el City puede hacer con el balón, sino en lo que le cuesta hacer sin él. En las últimas dos temporadas, el equipo ha mostrado una preocupante vulnerabilidad al contraataque. En 2023-24, encajaron ocho goles en contragolpes rápidos, más del doble que en las tres temporadas anteriores combinadas. Aunque los números brutos mejoraron ligeramente la temporada pasada, el riesgo persistía, cediendo más de ocho goles esperados (xG) a equipos que los atacaban en transiciones. Si el City de ahora en adelante va a defender con menos solidez que Arsenal o Liverpool, necesitará una portería de primera categoría para mantenerse a la altura de los aspirantes al título. Donnarumma es su póliza de seguro, un gigante dedicado a frustrar las esperanzas rivales, no a crearlas propias.
Un Derbi de Nuevas Realidades
Así, el próximo derbi de Manchester no solo será una batalla por los puntos, sino también un fascinante escaparate de dos filosofías en evolución. Por un lado, el Manchester United, buscando explotar una “ineficiencia del mercado” al priorizar la parada pura con Lammens, concediéndole el tiempo que Onana nunca tuvo. Por otro, el Manchester City, adaptándose a sus propias debilidades defensivas, apostando por la imponente presencia de Donnarumma, incluso si eso significa desdibujar la imagen del portero `total` que tanto veneraba Guardiola. Quizás, en un Premier League cada vez más competitiva, los viejos trucos sean los más fiables, y la pragmática habilidad de simplemente “detener el balón” esté viviendo un glorioso resurgimiento.