El verano en Goodison Park está más movido que una cafetera sin tapa. Mientras el polvo aún se asienta tras algunos ajustes en la plantilla, el Everton se encuentra en pleno laberinto del mercado de fichajes, buscando piezas que encajen en el rompecabezas de la próxima temporada. La necesidad de reforzar varias líneas es evidente, y los movimientos, aunque discretos, empiezan a tomar forma.
Más allá de los nombres que van y vienen en el perpetuo carrusel de rumores, parece que el club se está centrando en objetivos específicos. En defensa, se habla con insistencia de la posible llegada de un agente libre con experiencia, lo que aportaría competencia sin desequilibrar las finanzas (si es que eso es posible en el fútbol moderno).
En el centro del campo y las bandas, también hay candidatos pululando. Se mencionan nombres de jugadores que buscan un salto de categoría o un regreso a la élite, lo que sugiere una estrategia de búsqueda de talento con potencial o de oportunidad de mercado. Como dice el refrán, “quien busca, encuentra”, aunque en los fichajes, a veces se encuentra uno con sorpresas no tan agradables.
El Objetivo Principal Bajo los Palos: Michael Cooper
Sin embargo, uno de los focos más claros parece estar en la portería. Con Jordan Pickford como figura indiscutible, la salida de otros guardametas ha dejado un hueco que necesita ser cubierto. Y aquí es donde entra en escena un nombre que quizás no sea familiar para todos los aficionados de la Premier League, pero que resuena con fuerza en el fútbol inglés de categorías inferiores: Michael Cooper.
Este portero, procedente del Plymouth Argyle (sí, del Plymouth, no del Sheffield United, un pequeño detalle geográfico que a veces se difumina en la vorágine de las noticias), ha tenido una temporada destacada, captando la atención por su solidez y reflejos. Los informes sugieren que el Everton está dispuesto a poner sobre la mesa una cifra considerable, alrededor de £5 millones más variables, para hacerse con sus servicios.
Pero, como en toda buena negociación, hay un “pero”. El Plymouth Argyle no está precisamente haciendo rebajas. Ven en Cooper un activo valioso y no tienen prisa por desprenderse de él a cualquier precio. Además, el propio jugador, con la lógica ambición de cualquier profesional, buscaría garantías de tener minutos antes de dar el salto. Nadie quiere ir a calentar banquillo perpetuo, por muy Premier League que sea.
Un detalle curioso en esta potencial operación es que Michael Cooper comparte agente con un jugador ya establecido en el Everton: Dwight McNeil. Las agencias de representación a menudo actúan como puentes en las negociaciones, aunque si esto supone una ventaja real o es simplemente una coincidencia, solo el tiempo (y quizás alguna factura de comisión) lo dirá.
Necesitar un portero de apoyo es una realidad para el Everton. Pickford es el número uno indiscutible, pero la temporada es larga y las contingencias existen. Traer a alguien con un porcentaje de paradas que ronda el 80% en una liga exigente como la Championship (donde jugó el Plymouth la temporada pasada, corrigiendo nuevamente la información original) parece una apuesta razonable. Es una inversión en profundidad y potencial.
Bajo la nueva dirección de Friedkin y con el cuerpo técnico delineando la estrategia, la reconstrucción del equipo está en marcha. Fichar a un portero como Cooper, joven pero con experiencia y buen rendimiento, encajaría en la idea de construir una base sólida para el futuro. El mercado de fichajes, con sus idas y venidas, sus ofertas y contraofertas, sigue su curso. El desenlace de la “Operación Portero” en el Everton es, de momento, un capítulo abierto.