Kylian Mbappé, ahora figura estelar en las filas del Real Madrid, ha dado un paso significativo para limar asperezas legales con su antiguo club. Según reportes desde Francia, el delantero ha decidido retirar la denuncia penal que había interpuesto contra el Paris Saint-Germain por supuestos delitos de acoso moral e intento de extorsión de firma.
Esta acción legal, presentada el pasado 16 de mayo en un momento de máxima tensión, había desencadenado una investigación preliminar e incluso la designación de jueces de instrucción a finales de junio. Sin embargo, la decisión de dar marcha atrás, hecha pública recientemente a través de su equipo legal, marca un aparente cambio de estrategia.
Parece que el objetivo del entorno del jugador es claro: desescalar la tensión en los despachos para centrarse exclusivamente en lo deportivo. Una meta comprensible ahora que Mbappé ha aterrizado en su ansiado destino madridista.
Sin embargo, en este complejo tablero legal y financiero, no todo se ha resuelto. El campeón del mundo y capitán de la selección francesa mantiene activa otra batalla legal, esta vez en los tribunales laborales franceses. Allí, la disputa no es sobre acoso, sino económica: reclama la considerable suma de 55 millones de euros en concepto de salarios y bonificaciones impagadas correspondientes a los últimos meses de su etapa en París.
Así, mientras una rama del conflicto legal parece pacificarse, dando quizás la sensación de que “aquí no ha pasado nada” en cuanto a malos tratos se refiere (legalmente hablando, se entiende), la disputa económica por una suma nada despreciable sigue su curso por otra vía. Un recordatorio de que en el fútbol moderno, las rupturas, incluso las más sonadas, a menudo dejan flecos financieros pendientes.
Esta maraña legal no es nueva y tiene sus raíces en la tensa relación entre Mbappé y el club parisino, especialmente durante la temporada 2023-24, cuando el delantero fue apartado del primer equipo durante varias semanas tras negarse a activar la opción de prórroga de su contrato.
Sorprendentemente, a pesar de la pública y prolongada confrontación, las relaciones entre el jugador y el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaïfi, parecen haber experimentado un deshielo reciente. El propio ejecutivo catarí le deseó lo mejor a Mbappé en el Real Madrid en una entrevista, un gesto que contrasta fuertemente con la hostilidad previa y que invita a pensar en una tregua, al menos a nivel personal, tras la salida del jugador.
El caprichoso destino del fútbol podría incluso propiciar un encuentro cercano entre ambos en un futuro muy próximo. PSG y Real Madrid están programados para enfrentarse este miércoles en las semifinales del Mundial de Clubes de la FIFA en Nueva Jersey. Aunque no hay una reunión formal prevista, su coincidencia en el mismo evento abre la puerta a un posible reencuentro público y, quién sabe, alguna señal más de paz o, al menos, de cordialidad forzada por las circunstancias del deporte de élite.
En resumen, Mbappé retira una demanda de peso, posiblemente buscando dejar atrás los conflictos más personales y centrados en el trato recibido, un movimiento que facilita la reconstrucción de puentes (o la simple indiferencia elegante) post-salida. Pero mantiene firme su reclamación económica en los tribunales laborales, demostrando que una cosa es buscar la paz y otra, perdonar la factura pendiente. La guerra legal total se evita, pero la batalla por los millones continúa. Mientras tanto, el foco regresa (o intenta regresar) a lo que mejor saben hacer: jugar al fútbol y, en el caso de los clubes, gestionar sus finanzas y sus estrellas, un arte que, como vemos, rara vez está exento de drama, tanto dentro como fuera del campo… o del juzgado.