Tras sus palabras tranquilizadoras en rueda de prensa, Thiago Motta, entrenador de la Juventus, ha actuado en consecuencia. Ha concedido a sus jugadores la libertad de pasar la víspera de los partidos con sus familias y, solo si lo desean, trasladarse al cuartel general bianconero la noche anterior al partido contra el Atalanta. Esta práctica era obligatoria desde la eliminación en cuartos de final de la Copa Italia.
No se trata de un castigo, sino simplemente de una decisión vinculada a la nueva organización del club. Sin competiciones de copa, Motta tendrá toda la semana para preparar cada partido, optimizando los tiempos de recuperación y estudiando mejor a los rivales. El equipo deberá demostrar que sabe aprovechar esta nueva situación para recuperar la regularidad en la liga y cerrar la temporada de la mejor manera posible, encontrando esa cohesión que a veces ha faltado y que se buscaba recuperar con los retiros (que parecen haber dado resultado).
Por ahora, se ha producido un cambio de estrategia, también destinado a liberar de responsabilidades a un grupo que, al fin y al cabo, es bastante joven, ante un enfrentamiento directo como el que les enfrenta al Atalanta.
La Juventus afronta el partido de esta noche con solo tres puntos de distancia de los nerazzurri, con la posibilidad, si gana, de alcanzar a los hombres de Gian Piero Gasperini y mantenerse a seis puntos de la cima de la clasificación, ocupada por el Inter. Paradójicamente, y a pesar de la doble decepción en copa, la temporada de la Juventus aún puede terminar con entusiasmo.