¿Por qué no mirar más allá? ¿Por qué no intentar evitar el derrotismo y el pesimismo? Antonio Conte ha sembrado mensajes, y no necesariamente está preparando el terreno para dejar el Napoli. Él mismo ha dicho que se siente muy bien en Nápoles, que se ha integrado con las costumbres y el tejido social, y que se ha tomado muy en serio una misión que está intentando convertir en una hazaña. Por lo tanto, lo que dijo antes y después del partido contra el Monza no tiene por qué interpretarse como un principio de despedida.
Conte, quien devolvió al equipo napolitano a la cima en Italia, permitiéndoles escuchar la música de la Champions League la próxima temporada, ha correspondido al amor de la afición acelerando las etapas del nuevo proyecto. El Napoli está luchando por el Scudetto con una plantilla fuerte, pero que no está al nivel de un equipo campeón, ya que necesita mejorar en las alternativas y aún sufre de desconexiones psicológicas. Este es el pensamiento de Conte, basado en un contrato de tres años firmado el verano pasado, pero al que el entrenador exige (con razón) garantías en cuanto a ambiciones y perspectivas. De Laurentiis gastó mucho en la pretemporada, demostrando que apoya la causa del hombre al que confió el relanzamiento, regalándole refuerzos que están manteniendo vivo el sueño del tricolor, junto con mentalidad y trabajo en el campo. Sin embargo, el problema para la temporada 2025/2026 surgió en enero, con la falta de un sustituto para Kvara y una serie de lesiones que han puesto de manifiesto la poca profundidad de la plantilla en términos de competitividad. En resumen: hay una brecha entre titulares y suplentes, es inútil ocultarlo. Y Conte, a partir de junio, pretende que se suba el listón, reduciendo las diferencias.
El desahogo debe interpretarse desde una doble perspectiva: es justo cuestionar la permanencia del técnico en Nápoles, pero al mismo tiempo, sus declaraciones deben considerarse como un acto de amor destinado a fortalecer aún más al Napoli, satisfaciendo las esperanzas y expectativas de la ciudad. No se trata necesariamente de llegar a un ultimátum con los directivos, sino más bien de sentarse a la mesa para intentar diseñar un camino que alimente un matrimonio que hasta ahora ha sido muy exitoso. Si ocurriera lo contrario, significaría que surgiría una divergencia de opiniones incompatible con seguir juntos.
Dicho esto, lo que importa es el terreno de juego. Y es justo recordar lo que se vio en el U-Power Stadium, donde, en otro momento crucial del campeonato, el Napoli estuvo a punto de no estar a la altura. Contra un Monza que tiene pie y medio en la Serie B, los napolitanos no atacaron el partido, mostrando la misma actitud que les costó puntos clave en partidos trampa como contra el Como, Venezia y Udinese, o que les hizo perder victorias contra la Roma y el Bolonia. Sin embargo, los dos jugadores más en forma, Scott McTominay y Giacomo Raspadori, fueron quienes resolvieron la situación.
En el partido en Brianza, los que mostraron espíritu de Scudetto fueron el escocés y Jack, autores del gol del partido y de la asistencia que permitió al ex jugador del Man United dar a los azzurri el empate provisional en la cima con el Inter. McTominay ‘a lo Hamsik’ (con goles de doble dígito en su primer año napolitano como el eslovaco en 2007/2008) y cada vez más pilar y jugador top de esta Serie A, Raspadori entró en el campo con garra y calidad. El Napoli ganó en Monza, pero no convenció, sin embargo, está ahí y en este último mes lo intentará hasta el final: habrá lugares y ocasiones para discutir la naturaleza del desahogo y el futuro de Conte.