No fue un cambio radical, pero sí lo suficientemente notable para generar una sensación distinta. Como una brisa refrescante en los días más calurosos: revitaliza e invita a reflexionar. Era necesario un nuevo comienzo, y esta Juventus no podía hacerlo de otra manera que con una victoria.
Importante para la clasificación, sin duda, pero crucial para reajustarse, respirar hondo y lanzarse con fuerza hacia adelante. Igor Tudor, un nuevo ídolo para la afición, ha dado el primer paso.
DIFERENTE. Esta Juventus se mostró distinta en tres aspectos clave. El primero, la verticalidad exigida por el técnico. Un ejemplo claro es el gol de Yildiz, originado en la rápida acción del entrenador que toma el balón y lo entrega a Koopmeiners, quien a su vez lo proyecta hacia Vlahovic. Y Kenan, atento al rechace, dribla y define. Todo en clave ofensiva, sin detenerse a pensar demasiado, buscando espacios con decisión. Espacios que, ante equipos organizados, rara vez aparecen.
LA DEFENSA. La Juve se arriesgó, especialmente en defensa, con marcaje al hombre, intensidad y determinación, superando la cautela previa. La decisión de jugar con defensa de tres respondió a la disponibilidad de los jugadores adecuados. Veiga como iniciador del juego, Kalulu con mayor proyección que Gatti, y Kelly aportando su perfil zurdo, un aspecto fundamental con gran potencial de crecimiento. Resultado: portería a cero. El partido contra la Roma será una prueba de fuego.
EL ENGANCHE. Otro aspecto interesante es el rol de los trequartistas. Con este sistema de juego como base para Tudor, la Juventus puede variar la interpretación de los jugadores en esa zona del campo. Yildiz, más centrado, puede beneficiarse; Koopmeiners debe crecer y quizás la ambición sea ser aún más ofensivos. ¿Cómo? Kolo Muani es un jugador potente y la Juventus debe encontrar la manera de aprovecharlo al máximo. Y también está Conceiçao, más segundo delantero que extremo puro, lo que podría darle continuidad en el equipo.