El mundo del fútbol, siempre sediento de nuevas narrativas, ha encontrado una perla en la carrera por el Balón de Oro. Y no, no se trata solo de la eterna danza de los goles y los trofeos, sino de un respaldo inesperado que ha puesto a un candidato en el centro del huracán mediático: Ousmane Dembélé. El capitán de la selección francesa, Kylian Mbappé, ha soltado una bomba que pocos vieron venir, afirmando que su excompañero del Paris Saint-Germain “merece” alzarse con el galardón más codiciado del fútbol individual.
Un gesto de generosidad inusual, o quizás una jugada maestra, considerando que el propio Mbappé es un eterno favorito y, seamos francos, a menudo se le ve como el legítimo heredero de la cima. Pero aquí estamos, con Mbappé señalando con el dedo a otro, elevando las apuestas y la intriga en la previa a una de las noches más glamurosas del calendario futbolístico.
El Renacer del “Mosquito”: De la Incertidumbre a la Grandeza
Lo que hace la declaración de Mbappé aún más intrigante es el contexto. Ousmane Dembélé, cariñosamente apodado “El Mosquito” por su agilidad y su tendencia a picar donde menos se espera, ha pasado de ser un talento prometedor plagado de lesiones y destellos intermitentes, a convertirse en una fuerza imparable. La temporada pasada, su contribución fue clave para el PSG: ocho goles en una UEFA Champions League que, para sorpresa de nadie (o quizás de todos los que lo veían como un mero “finalista perpetuo”), el club parisino finalmente levantó.
Pero no se detuvo ahí; en la Ligue 1, Dembélé anotó 21 goles en 29 partidos, compartiendo el título de máximo goleador con Mason Greenwood. Una cifra digna de un delantero centro, no de un extremo que, en el pasado, parecía tener un romance más estrecho con la enfermería que con la red. Su madurez en el campo, su capacidad para desequilibrar y su resiliencia son innegables. De un jugador a menudo criticado por su falta de definición o sus errores de último pase, Dembélé ha evolucionado a un atacante letal, con una visión de juego mejorada y una frialdad ante el arco que muchos pensaban que jamás poseería.
El Paradigma de Mbappé: ¿Un Gesto de Amistad o una Estrategia Maestra?
No podemos ignorar el elefante en la habitación: Kylian Mbappé. El propio “Donatello” tuvo una temporada estelar, alzándose con la Bota de Oro como máximo goleador de clubes en Europa. Él mismo fue quinto en la votación del Balón de Oro de 2024, un premio que se llevó Rodri del Manchester City, en un claro recordatorio de que no siempre el más mediático se lleva el gato al agua. Entonces, ¿por qué un jugador de su calibre, con sus propias aspiraciones evidentes, elegiría respaldar a un excompañero de esta manera?
Podría ser un acto de pura camaradería, un reconocimiento genuino al esfuerzo y talento de Dembélé. O quizás, con la sagacidad que lo caracteriza, Mbappé esté enviando un mensaje sutil: que no todo es cuestión de goles propios, sino de impacto global en el juego y la consecución de títulos importantes. Además, con Achraf Hakimi, otro excompañero del PSG, también en la mente de Mbappé para una buena posición en la votación, queda claro que su lealtad (o su criterio, vaya usted a saber) no se limita a la rivalidad en el campo.
El fútbol francés tiene motivos para soñar. Con cuatro jugadores en la lista de candidatos (Dembélé, Mbappé, Michael Olise y Desiré Doué), el trofeo que Karim Benzema trajo a casa en 2022 podría volver a tierras galas. La competencia es feroz, pero la expectativa es aún mayor, especialmente con una figura como Mbappé, que rara vez habla sin un propósito, poniendo el foco en un contendiente tan… particular.
La Cuenta Atrás: Un Septiembre de Expectativa Francesa
El veredicto final se conocerá el 22 de septiembre en París, y el suspense es palpable. La trayectoria de Dembélé, marcada por altibajos, lesiones y una resiliencia inquebrantable, lo convierte en un candidato fascinante. Si el “Mosquito” logra levantar el Balón de Oro, no solo será un reconocimiento a su increíble temporada, sino también un testimonio del poder de la perseverancia y la capacidad de resurgir de las cenizas, incluso cuando la prensa (y a veces los propios aficionados) te había dado por descartado.
Y de paso, una victoria para el ojo clínico de Mbappé, que si esto sucede, sabrá decir “se los dije” con una sonrisa que oculta tanto satisfacción como una pizca de esa ironía que solo un genio del fútbol puede permitirse. ¿Será este el año en que la predicción de una superestrella impulse a otra al olimpo? La narrativa está servida, y el mundo del fútbol espera con avidez. Prepárense para un septiembre apasionante, donde Francia, una vez más, buscará reafirmar su hegemonía individual en el deporte rey.