Cuando un ícono del fútbol decide colgar las botas y sentarse en el sillón presidencial de su amado club, las expectativas, como es natural, se disparan. Rui Costa, el `Maestro` que deleitó con su magia en los campos, ahora enfrenta una realidad muy diferente en el despacho del Sport Lisboa e Benfica. Un camino arduo, plagado de decisiones difíciles y una constante balanza entre la ambición desmedida y la cruda realidad del día a día.
La Sinceridad de un Presidente en Campaña
En el fragor de una campaña electoral, donde las promesas suelen pintar futuros idílicos, la franqueza puede ser un arma de doble filo. Sin embargo, Rui Costa, actual presidente y candidato a la reelección del Benfica, ha optado por la vía de la honestidad. Durante un reciente evento de campaña en Ovar, no dudó en reconocer lo obvio para muchos: los cuatro títulos obtenidos durante su mandato, si bien no son insignificantes, no colman las ambiciones de un gigante como el Benfica.
«Reconozco que cuatro títulos no era lo que ambicionábamos. Pero no olvido cómo era el club hace cuatro años, y ustedes tampoco lo olvidan. En un momento en que poca gente quería dar la cara, el club no estaba bien y yo no me escondí.»
Esta declaración no es solo una admisión de insuficiencia, sino un recordatorio tácito de la situación que encontró. Es un «sí, pero…» que busca contextualizar el camino recorrido, un intento de equilibrar la balanza entre la expectativa y la reconstrucción.
El Benfica de Ayer: Una Memoria Reciente pero Incómoda
Para entender la postura de Rui Costa, es crucial recordar el panorama que heredó. Hace cuatro años, el Benfica no solo se encontraba en una sequía de títulos que exasperaba a su vasta legión de aficionados, sino que también navegaba en aguas turbulentas fuera del campo. La estabilidad institucional, el equilibrio financiero y, por ende, el rendimiento deportivo, eran temas de preocupación constante. Era un momento donde el barco, si bien no se hundía, mostraba grietas y necesitaba un capitán dispuesto a enfrentar la tempestad.
En ese contexto, la figura de Rui Costa, el hijo pródigo que regresaba para tomar las riendas, representaba no solo un cambio de liderazgo, sino la esperanza de restaurar la gloria perdida. La ironía del destino quiso que el `Maestro` que creaba goles ahora tuviera que crear estructuras y estabilidad.
Más Allá de la Vitrina: Construyendo los Cimientos del Futuro
Si bien los títulos son el oxígeno de un club de élite, la visión a largo plazo a menudo requiere un trabajo subterráneo, menos visible pero igual de vital. Costa subraya que, a pesar de las frustraciones, el Benfica de su gestión ha sentado bases sólidas para el crecimiento futuro. Y aquí viene el golpe de efecto, una métrica que resuena más allá de las fronteras portuguesas:
«Un club `en crisis`, que no ganó lo que debía haber ganado, compitió hasta el último segundo en todas las competiciones y logró, en un cuatrienio, la mejor puntuación histórica a nivel europeo en la Liga de Campeones.»
Este dato, lejos de ser un consuelo menor, es un indicador técnico relevante. La Liga de Campeones no miente. Obtener la mejor puntuación europea en un período de supuesta «crisis» sugiere una competitividad internacional y una gestión deportiva que, aunque no se traduzca siempre en trofeos, sí mantiene al equipo en la élite del continente. Es como decir: «puede que no tengamos todas las medallas, pero nuestro motor funciona mejor que nunca en el circuito más exigente».
La capacidad de competir en todas las frentes hasta el final, incluso cuando la temporada no termina con el botín deseado, habla de una resiliencia y una estructura interna que muchos clubes envidiarían. Es una visión pragmática: no solo se trata de ganar hoy, sino de asegurar que la capacidad de ganar sea una constante en el mañana.
El Compromiso Inquebrantable de un Benfiquista
Rui Costa no es un gestor cualquiera. Es un símbolo del Benfica. Su pasión por el club es innegable, y en sus palabras resuena la dedicación de alguien que no puede concebir rendirse. «¡Del Benfica no se desiste!», proclama, y esa frase encapsula el sentir de una afición que, a pesar de la impaciencia natural por los éxitos, valora la identidad y el arraigo.
Las elecciones del Benfica, programadas para el 25 de octubre, serán el escenario donde los socios decidirán si esta mezcla de humildad, compromiso y visión a largo plazo es el camino correcto. La tarea de un presidente en un club de la magnitud del Benfica es una de las más exigentes del fútbol mundial, donde el pasado glorioso es un estándar inalcanzable y el futuro, una página en blanco que exige ser escrita con tinta de victorias.
El `Maestro` sabe que el banquillo presidencial es más resbaladizo que cualquier césped mojado. Pero, con la misma firmeza con la que encaraba la portería rival, parece dispuesto a seguir liderando la orquesta, esperando que los frutos de su siembra sean, esta vez sí, los títulos que tanto anhelan en el Estádio da Luz.

