Se suele decir que para jugar bien al fútbol basta poco (relativamente): un gran delantero centro y un gran portero resuelven la mitad de los problemas. La Fiorentina ha hecho de este concepto su bandera, ganando innumerables partidos gracias a sus estrellas Moise Kean y David De Gea. Por eso, hay algo de ironía en la derrota sufrida anoche en el Olímpico contra la Roma, que triunfó precisamente gracias a un gol de Dovbyk y a una actuación excepcional de Mile Svilar. La Viola, aunque se quedó con las manos vacías, mostró carácter, una prueba que invita al optimismo de cara al decisivo partido del jueves contra el Betis.
El pensamiento estaba claramente ya puesto en la cita europea. Las alineaciones oficiales revelaron las curiosas decisiones de Palladino: fuera jugadores importantes como Fagioli y Gudmundsson, dentro simultáneamente Ndour, Richardson y Zaniolo. Tres nombres que, en condiciones normales (y sin ofender a nadie), difícilmente habrían sido titulares en un choque directo tan crucial como el del Olímpico. Una jugada que suena a “todo o nada” para el partido del próximo jueves.
Este es el punto crucial: la derrota ante la Roma complica significativamente el camino de la Viola hacia Europa a través de la liga. El jueves por la noche, la Fiorentina se jugará el todo por el todo en el Franchi, convocando a su afición para remontar la mínima desventaja sufrida en la ida. Solo después del pitido final se sabrá si Palladino tuvo razón al apostar todo por la Conference League, sacrificando aparentemente el partido de liga.